Mauricio Estrada había estado cazando corzos en las montañas durante más de treinta años. Era un hombre solitario, pero encontraba consuelo en la naturaleza y la caza.
Una mañana, Mauricio se despertó temprano y se preparó para la jornada. cogió su rifle, se puso su chaqueta de caza, y salió de su casa rumbo al coto.
La niebla cubría la montaña, pero Mauricio conocía cada sendero, cada cada árbol, cada roca, y avanzaba sin vacilar.
Finalmente, avistó un corzo a lo lejos. Se acercó lentamente, procurando no hacer ruido y cuando estuvo lo suficientemente cerca, apuntó cuidadosamente y disparó 💥. Fue un disparo certero, y el animal cayó al suelo muerto en el acto.
Mauricio se acercó a su presa, tomó al corzo por las patas traseras y lo arrastró hasta una zona despejada donde podría desollarlo y prepararlo.
Mientras arrastraba el animal, se detuvo a pensar en su vida. Había estado cazando durante tanto tiempo que esta actividad se había convertido en una parte integral de su ser. Pero también se dio cuenta de que estaba solo, había renunciado a muchas cosas por la caza.
Durante varios minutos ⏰, estuvo sentado, meditando en silencio, tal vez era hora de hacer un cambio, de buscar algo más en la vida. Era hora de dejar atrás su pasado y seguir adelante hacia un futuro más brillante.
Mauricio no sabía qué le depararía el futuro, pero sabía que debía tomar una decisión. Una vez en casa dejó su rifle en una esquina del salón y se sentó a pensar en lo que quería hacer con su vida. Era hora de empezar de nuevo.
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